LA CONTROVERTIDA FIGURA DE JUAN GARCÍA OLIVER



El pasado 21 de noviembre se celebró en la librería LaMalatesta de Madrid la presentación de las memorias de Juan García Oliver, El eco de los pasos. Patrocinadas por la Fundación Aurora, contó con la participación de Rafael Cid, por los editores, y de Julián Vadillo, en calidad de miembro de la FAI e historiador, tal como habíamos anunciado en el blog.
La controvertida figura de García Oliver y su obra nos llevó dos horas de exposición y debate. Interesante debate por otra parte, en un momento donde el movimiento libertario esta necesitado de ello. Aquí vamos a tratar un poco acerca de la obra y el autor.
En primer lugar hay que establecer lo acertado de la reedición de la obra, a pesar que, tal como quedó plasmado en la presentación, son unas memorias castradas, ya que el Instituto de Historia Social de Ámsterdam y el Ateneu Enciclopedic Popular cuanta con una copia completa de las memorias, sin los cortes que el editor de Ruedo Ibérico, José Martínez Guerricabeitia, realizó. Importancia de esta obra por dos razones:
Porque significa rescatar la memoria de un personaje importante para la historia del anarquismo.
Porque es hacer accesible el libro, pues los editados por Ruedo Ibérico en 1978 se antojaban imposibles en las compras por la red de redes.

El origen de las memorias de García Oliver se encuentra en el ya citado año 1978, siendo un libro contemporáneo a la obra de Abel Paz Durruti en la Revolución española. Aquí es donde se puede entender algunas de las cuestiones que plantea García Oliver en sus memorias, aunque en muchas ocasiones son muy desproporcionadas.
Ante todo nos encontramos con una figura controvertida. Y en la presentación se enumeró algunas de esas controversias. Por ejemplo que García Oliver es el forjador de algunos falsos mitos sobre el anarquismo que aun hoy se mantienen. Enumeremos algunos:
El mito de la Gimnasia Revolucionaria. Aunque García Oliver es protagonista en los intentos del primer bienio republicano (1931-1933) ante las medidas insuficientes de este, la concepción de “gimnasia revolucionaria” es un adjetivo que se incorpora muy posteriormente a la época por el mismo García Oliver. Exceptuando el levantamiento de Alto Llobregat en enero de 1932 y el de Casas Viejas de 1933 (si dejamos a un lado el de diciembre de 1933 tras el triunfo de los derechistas de la CEDA en las elecciones), el resto de movimientos campesinos no son patrocinados por la CNT y por la FAI. Los dos primeros son aprobados en Pleno Nacional de Regionales de la CNT. Pero movimientos como los de Arnedo o Castiblanco no son coordinados por nadie e inclusive es la UGT la organización mayoritaria en esas poblaciones. Desde este punto de vista incluso se puede afirmar que no existe tal “ciclo insurreccional”. La mayoría de esos movimientos son revueltas de hambre provocadas por los problemas estructurales de la Segunda República. Lo único que si es cierto es que esos movimientos responden perfectamente a una cultura obrera y, en su extensión, a una cultura libertaria de la que estaba impregnada la clase obrera en España.
García Oliver es también uno de los forjadores del mito del “faísmo”. El autor de El eco de los pasos no perteneció a la FAI hasta 1936. La FAI y las actividades de sus grupos tenía muy poco que ver con la propia visión de García Oliver. Él mismo en la página 535 habla del control de la FAI sobre la CNT, como si ese fuese el rol que la organización especifica debía de tener. Nada más lejos de la realidad. La fundación de la FAI en 1927 responde a la necesidad de unión de los grupos específicos del anarquismo, diseminados por la geografía española y en el exilio en Francia durante la dictadura de Primo de Rivera. No hay tal control sobre la CNT, merced por una parte a que la FAI es una organización mucho más pequeña que la sindical, y aquella nunca se dejaría controlar por esta. Incluso en el Congreso de 1931 en Madrid, los sindicatos de esa influencia “faísta” votan mayoritariamente por la Federaciones de Industria, base de crítica al sector posibilista de la CNT. Incluso de ese congreso Ángel Pestaña sale elegido secretario general y Juan Peiró director de Solidaridad Obrera. El control de la FAI sobre la CNT es todo un lugar común que han legado aquellos que han malinterpretado, de forma consciente o inconsciente, la labor de los grupos específicos. De hecho en la presentación se esbozó las grandes diferencias entre los “grupos de acción”, los “grupos específicos” y los “grupos de defensa confederal”, que en algún momento les dedicaremos un post en este blog.
Otro de los mitos de García Oliver es el de “a por el todo” tras la jornadas de julio de 1936. Este argumento choca, por una parte, de lo emanado en el Congreso Confederal de Zaragoza de mayo de 1936 y por otra del pragmatismo de la CNT y de su capacidad de análisis ante esa situación. En el primero de los casos porque, por el contrario de lo que siempre se establece respecto al congreso de Zaragoza, los dos grandes acuerdos de dicho comicio confederal con dos. A) La unificación con los sindicatos de oposición (la Federación Sindicalista Libertaria) de la ruptura treintista, y B) El pacto revolucionario con la UGT, tras el análisis que los libertarios han hecho de su lucha frontal contra el régimen capitalista durante el periodo 1931-1933. Es decir, tras mayo de 1936, la CNT ha dejado de pensar “a por el todo”, rechazando incluso la posibilidad de una revolución puramente libertaria por un proceso revolucionario en coalición con la UGT. Por otra cuando en Barcelona es aplastado el levantamiento de los militares rebeldes, el ir en la ciudad catalana “a por el todo” era viable. Pero haciendo un análisis pragmático, tal como hizo la CNT, había zona de fuerte influencia anarquista que había caído en manos sublevadas como Zaragoza, Cádiz o Córdoba, donde la represión fue brutal. Y otras, que quedaron en manos leales a la República, la CNT no era la organización mayoritaria, como en Madrid. Es tras ese análisis cuando se deshecha el “a por el todo” y se opta por una vía de colaboración con el resto de fuerza. Quizá el mayor error fue no debatir cual debería ser la posición ante la correlación de fuerzas con aquellos que no estaban para nada en acuerdo con las posiciones libertarias.
García Oliver realiza un ataque desenfrenado contra Federica Montseny. En un ejercicio poco serio hace una comparación entre Federica y otras dos mujeres de importancia en la época, Dolores Ibarruri La Pasionaria y Margarita Nelken. Esto lo hace en la página 258 de la obra. Aquí es donde vemos a un García Oliver mas pasional y poco reflexivo, que ataca sin ningún tipo de argumento contra Federica Montseny, que como todo militante en la época tuvo sus cosas, pero para nada es culpable total de algo.
También hay cuestiones menores como la formación de la bandera rojinegra, que en el capítulo de “Recuperación de fuerzas”, en la página 114 explica. Para nada el origen de la bandera se hizo como García Oliver lo plasma. Otro post quizá sea necesario para hablar solo y exclusivamente de la bandera rojinegra.

Por todas estas razones se ha creado toda una distorsión actual del momento histórico, cuando se toma a García Oliver como fuente única para estudiar la época. Por mucho que se esfuercen hoy desde algunos sectores, no existe actualmente un debate como el que había en la República. Hoy no hay “treintistas”, cuyo programa era muy revolucionario, contra un sector ortodoxo del anarquismo. Lo que existe hoy son otros debates, muy alejados de todo aquello.
Igualmente García Oliver no es la voz del anarquismo. Otros personajes son tanto o más importantes que el propio García Oliver. Olvidamos pronto a personalidades como Cipriano Mera, David Antona, Isaac Puente, Isabela Romero, Mauro Bajatierra, Ramón Acín, etc.
Igualmente es más que dudosa las acciones de García Oliver en su exilio en México, donde llega a adscribirse a la masonería, cuestión que no refleja en sus interesantes memorias.
Sin embargo, frente a todo esta carga de crítica, la importancia de García Oliver, paradójicamente, se establece al frente del Ministerio de Justicia, donde tiene una gestión brillantísima. Vamos a establecer una lista de las mismas:
a) Innovación en los Tribunales Populares. García Oliver los reforma para que no se comentan arbitrariedades. Regula la entrada en los mismos de miembros del Ejército y de las Milicias. Clausura las prisiones del Frente Popular (como Fomento, 9) o la justicia arbitraria como los grupos de Margarita Nelken. Frena las sacas de presos al nombrar, no sin dificultades, a Melchor Rodríguez como Director General de Prisiones.
b) Aprueba un decreto de Igualdad Hombre-Mujer. Algo que hoy es tan normal, necesitó un decreto ministerial del anarquista de Reus.
c) Establece la mayoría de edad a los 18 años.
d) Establece y gestiona los Campos de Trabajo, como medida para los presos, así como un Reglamento de Vigilantes de Campos de Trabajo. Todo ello con una humanidad y un trato exquisito al preso.
e) Reforma la plantilla de funcionarios del Ministerio de Justicia.
f) Deroga la Ley de Vagos y Maleantes de Jiménez de Asúa, y las leyes represivas del 11 de octubre de 1934, tras la Revolución de Asturias en ese año.
g) Reduce los plazos procesales en la sala de los social del Tribunal Supremo.
h) Acopla al personal del Secretariado y Auxiliar de la Administración de Justicia.
i) Traspasa el Consejo Nacional de Tutela de Menores al Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, que gestiona Federica Montseny.

Hay algún decreto más, todo ello innovadores en el campo de la justicia. La mano que ayuda a García Oliver es la de Eduardo Ortega y Gasset. Y todo esto lo realiza en apenas 6 meses, que pasa desde su nombramiento en noviembre de 1936 hasta el relevo gubernamental de Largo Caballero por Negrín en mayo de 1937. Este relevo, provocado por los sucesos de mayo, donde García Oliver tiene un papel destacado.
En el debate de la presentación se tocaron muchos puntos, como las estrategias anarcosindicalistas, las visiones de García Oliver de “todo el poder a los sindicatos”, su calificación, por parte de algunos como José Peirats, de “anarcobolchevique”, la participación ministerial de los anarquistas, el concepto confederal del comunismo libertario, etc. También surgió la reconstrucción de la CNT en 1977 y los problemas que conllevó.
Todo para concluir de la importancia de estas memorias, de lo acertado de su reedición, y de lo importante que es contrastar las fuentes leyendo estas memorias. Porque García Oliver escribió en 1937 un texto en la obra De julio a julio. Un año de lucha (Tierra y Libertad, 1937), donde dice cosas muy distintas a las que esboza en su El eco de los pasos.
Aun así estamos lejos de calificar estas memorias como cínicas, tal como hizo Ángel Viñas en su obra El escudo de la República.
Felicitemos pues la iniciativa de la reedición y lo acertado de esta presentación, pues nos hace tener una valoración de conjunto del anarquismo, no solo desde un punto de vista histórico sino desde la actualidad.

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